El primer perfume considerado como gourmand en la historia es Angel, creado por Thierry Mugler y lanzado en 1992. Este perfume rompió con las convenciones de la perfumería de su época, que se centraba principalmente en notas florales y frescas, introduciendo en su composición notas comestibles como el chocolate, la vainilla y el caramelo, lo que le otorgó un carácter dulce y cálido.
El término gourmand tiene sus raíces en el francés, donde originalmente se refería a una persona que disfruta de la buena comida, a menudo con connotaciones de glotonería. Su uso se popularizó en el siglo XIX en Francia, aunque su origen se remonta incluso antes, relacionado con el antiguo término gourmet, que denotaba a alguien con un paladar refinado y un conocimiento profundo de la gastronomía. Hoy en día, el término se aplica ampliamente en el ámbito de la perfumería para categorizar fragancias que contienen notas comestibles, como vainilla, caramelo y chocolate. Estas fragancias buscan evocar sensaciones placenteras y recuerdos asociados con la comida.
Entonces, ocurrió que a principios de los 90 el diseñador de moda Thierry Mugler, en su espíritu teatral y no convencional, se inspiró en la tradición de las fuentes de fragancias del siglo XVIII y se puso el objetivo de crear un perfume que fuera casi como una prenda de vestir. Quería que la fragancia generase un contacto sensual, evocando el deseo de "comer" a la persona amada.
Mugler quería lograr una fragancia similar a un “postre olfativo”. Para lograr este objetivo, Olivier Cresp realizó más de 600 pruebas antes de dar con la fórmula final. La inclusión del praliné fue revolucionaria, ya que rompía con las convenciones de las fragancias tradicionales que se centraban en notas florales. Así mismo, una fragancia poco convencional necesitaba un frasco poco convencional. El frasco icónico, diseñado por Mugler, debía ser nada más ni nada menos que una estrella, la cual requirió cerca de 1000 ensayos para materializarse.
La creación de Angel marcó el inicio de una nueva categoría dentro de la perfumería, conocida como fragancias gourmand, que se caracterizan por evocar aromas de alimentos y dulces. Antes de Angel, ya existían fragancias que incorporaban notas dulces, pero no se les había dado una clasificación específica como gourmand. Desde su lanzamiento, Angel se convirtió en un éxito comercial y estableció una tendencia que ha influido en numerosos perfumes posteriores, abriendo el camino para la aceptación de fragancias que evocan olores de alimentos y dulces.
El buen gourmand
La evolución de los perfumes gourmand refleja no solo un cambio en las preferencias olfativas del consumidor, sino también una mayor apertura hacia la experimentación y la creatividad en la perfumería moderna. Un ejemplo de ello es Good Girl de Carolina Herrera y su vertiente más intensa Very Good Girl Glam.
Good Girl de Carolina Herrera es una fragancia que combina a la perfección la sensualidad, la dulzura y la sofisticación. Su versatilidad, su frasco icónico y su aroma adictivo la han convertido en un verdadero clásico de la perfumería moderna.
Se caracteriza por su dualidad. El frasco, en forma de tacón alto, ya nos adelanta esta dicotomía: por un lado, un lado negro que representa la sensualidad y la fuerza, y por otro, un lado dorado que simboliza la feminidad y la dulzura. Esta dualidad se refleja también en sus notas olfativas, que combinan la almendra amarga le aporta un toque sofisticado y ligeramente masculino, mientras que el jazmín y el cacao le confieren un carácter femenino y dulce. El praliné, por su parte, aporta esa redondez y adicción característica de las fragancias gourmand.
En su versión más intensa y sensual, Very Good Girl Glam combina praliné, cacao y vainilla para crear un aroma adictivo y envolvente.